El diseño del proyecto se encargó a la empresa de arquitectura e interiorismo de Pepe Cortés, en colaboración con el arquitecto Nacho Ferrer. Ambos fueron capaces de responder con precisión y fidelidad a las expectativas de los propietarios, tanto a nivel tecnológico como estético.

Integración dentro del territorio: la bodega se integró en la ladera de una colina y con sus techos cubiertos de vegetación.

Respeto al medio: la idea era no destruir o modificar una zona sensible a nivel medio ambiental. Está orientada al norte, lo cual contribuye a un control térmico de la bodega y permite reducir un consumo eléctrico elevado para la climatización.

Funcionalidad técnica: el diálogo entre los arquitectos y los propietarios fue fundamental en el proceso de la edificación y sus conocimientos permitieron dictar una serie de premisas para dotarla de máxima funcionalidad.

Un diseño contemporáneo: la elección del arquitecto se explica por el deseo de conseguir un trabajo que combinase la calidad y la estética. Un concepto que es a la vez moderno y duradero. Este concepto es palpable, no sólo en la construcción sino también en el interior de la bodega.

Transparencia: uno de los deseos de los propietarios es revelar al visitante el funcionamiento de la bodega en su conjunto, así como todas las fases de elaboración del vino. Esta voluntad de transparencia también es evidente en los detalles arquitectónicos de la sala de cata, mostrando la nave de crianza ; o en la sala de recepción, que es a la vez una sala de reuniones…

La bodega dispone de unas modernas instalaciones de elaboración, basadas en el principio de la gravedad. En efecto la entrada de la vendimia se realiza por la parte más elevada de la bodega, donde se efectúa la selección de uvas ; y mediante una mesa de selección, que permite efectuarla antes y después del despalillado. A continuación, los granos pasan directamente a los depósitos de fermentación sin necesidad de utilizar bombas impulsadoras que podrían dañar la uva.

La vinificación de cada parcela se realiza en pequeños depósitos de acero inoxidable y en tinas de madera de 55 hl, tinas que servirán más adelante en el proceso de la fermentación maloláctica, y también para la crianza de determinados partidas.

La sala de envejecimiento contiene barricas de 225 litros y botas de 500, para adaptar la crianza a cada tipo de vino: se efectúan los mínimos trasiegos de un recipiente a otro para lograr la máxima calidad.